domingo, 28 de diciembre de 2008

ENTREVISTA con Élmer Mendoza y Jorge Moch



Oportunidades en México:
ser más miserable o morir


Élmer Mendoza y Jorge Moch son escritores en cuyas novelas vuelan pedazos de cartílago y sangre o le vuelan la cabeza a un chico de 15 años desde una camioneta.

El primero ha publicado cinco novelas en Tusquets (Asesino solitario, El amante de Janis Joplin, Efecto Tequila, Cóbraselo caro y Balas de plata) y recién ganó el III Premio Tusquets Editores de Novela. El segundo publicó Sonrisa de Gato, su novela debut, en Alfaguara, ganó el Premio Nacional Efraín Huerta y tiene una segunda novela, ¿Dónde estás, Alacrán?, a punto de circulación bajo el sello Planeta.

Mendoza vive en la Col Pop de Culiacán, Sinaloa, es aficionado al beisbol y es catedrático de la Universidad de Sinaloa. No hace mucho recibió en su casa al escritor español Arturo Pérez-Reverte y le mostró la cara bravía del norte del país.

Moch vive en un predio boscoso cerca de Xalapa, Veracruz, es un detractor de los deportes televisados, gusta de cortar su propia leña y tiene un perro más grande que él mismo.

Siguiendo las claves de la novela negra, ambos han desenvuelto su literatura en un mundo despiadado, violento, hipócrita y depredador. De narcotraficantes, políticos corruptos, policías desorbitados y muy pocas certezas y testosterona desbordada. Cualquier parecido con la realidad nacional puede leerse en la siguiente entrevista.

Edgar Onofre

Periodista por la Universidad Veracruzana



¿Qué está pasando en México? ¿Por qué explotaron los índices de violencia?

Élmer Mendoza (EM): Vivo en el mundo de la especulación y, por tanto, lo que diga seguramente tiene poco que ver con la realidad. Pero sé que ha habido un desacuerdo, que el gobierno federal ha declarado una guerra para la que no estaba capacitado y para la que no había identificado correctamente a su enemigo.

Es una guerra muy extraña, que al final es una guerra de bandas; se dice que es por territorios y que hay un elemento que azuza, pero no se sabe bien de qué se trata. Y, como todas las guerras, tiene una gran carga de estupidez.

Vivimos en un país que tiene alguna vocación para la violencia pero que tiene una justificación económica y social muy fuerte: hay millones de pobres y millones de clases medias pauperizadas, los egresados no tienen empleos y la delincuencia, es decir, la forma de obtener recursos para vivir a través del crimen, es cada vez más un camino que eligen los jóvenes.

Veo un panorama muy desolador. Pueden hacer las marchas que quieran, las reuniones de gobernadores que quieran, pero mientras esto no se vea como un problema social intenso, no va a pasar nada. Y lo horrible es que se está politizando y dentro del mundo de las especulaciones se escucha que el crimen estará presente en parte de las campañas del partido en el poder para tener el control sobre las próximas elecciones.

Jorge Moch (JM): Es una señal de debilidad del gobierno. Una señal inequívoca de que al frente del gobierno está una persona débil, medrosa, que sustituye el músculo que nunca tuvo con la milicia en las calles, lo cual me pareció un error terrible desde el principio. Entiendo que no había muchas medidas posibles porque la policía en general está infiltrada por el crimen o forma parte de los cuadros de la delincuencia organizada.

Una de las promesas de campaña del presidente era el empleo y es uno de los rubros donde la sociedad está más golpeada. Se oprime cada vez más a las partes más depauperadas de la sociedad; se tugurizan los medios, se tuguriza la diversión, se reducen presupuestos en cultura y el país en general no tiene ningún avance; al contrario, estamos en franco retroceso y tenemos un gobierno incapaz, por ineptitud, por inexperiencia y porque su credibilidad está puesta en juego desde el principio del proceso comicial que lo llevó al poder. Y el recurso que encuentra es, supeditado a las políticas de EUA en materia de narcotráfico, poner a los militares en las calles a cometer muchísimos atropellos.

Cuando el presidente de los EUA, George W. Bush, se reeligió en 2004 se popularizó una teoría: el gobierno tenía una estrategia para implantar el miedo como mecanismo de control sobre la sociedad, los medios, etc. ¿Pensar en estos términos es una locura o hay algo de razón?
EM: Me daría mucha pena que así fuera. Justamente acabo de platicar con un norteamericano en El Paso, Texas, y le pregunté esto mismo. Él me decía que en EUA no existe una sociedad analítica y que, simplemente, los votantes de Bush en la primera elección son los mismos que lo hicieron ganar la segunda vez, que poco importaba que hubiera hecho un mal gobierno o que la economía estuviera por el piso. Eso no importó.

Me daría mucha pena que el pueblo mexicano estuviera cayendo en lo mismo, en perder la capacidad de análisis. Se sabe que los gobiernos ejercen un control férreo sobre algunos analistas que trabajan en los medios, que otros son de un entreguismo vergonzoso y que pocos son los que podrían darnos luz.

Y una de las cosas que no me gustan es que están cayendo demasiados policías que no merecerían caer. Aunque la fama de la policía es que es corrupta, creo que también hay policías que quisieran ver esto resuelto pero que igual están controlados y no pueden rebelarse completamente. Ni siquiera declarar ante las cámaras. Y cuando te cuentan cosas, te piden que no menciones su nombre. La atmósfera está muy turbia y cuando el río está revuelto la ganancia es de ciertos pescadores

¿Somos un país que se está engañando de forma deliberada?
EM: Lo que pasa es que es una sociedad muy mediática y los políticos están todos los días a todas horas ahí; entonces, puede que la gente entienda que lo que es México, la vida correcta, es lo que está en la televisión. Pero el asunto está en cómo podemos, quienes hacemos la vida en este país: la que trabaja, produce o hace arte, plantear la verdadera realidad.

Somos acusados de ser escritores que sólo nos ocupamos de la violencia, pero se trata de un juicio facilista: es un asunto mucho más profundo. Estamos señalando los defectos, la podredumbre, la complicidad que ha permitido que en los últimos 50 años se desarrollen el narco, el tráfico de armas, el contrabando de ropa, que son mercados increíbles. Alguien tiene que permitirlo y alguien tiene que pagar por eso.

No creemos en las leyes, porque constantemente son pisoteadas y se pueden comprar. Un inicio sería que las leyes fueran creíbles, justas y que se apliquen igual a todo mundo, pero es posible que para lograrlo haya que perderle un poco el amor a la vida.

JM: Sí, sin duda y por muchas razones. Hay sectores que deliberadamente buscan el autoengaño o la perversidad de engañarse y engañar a los demás. Y buena parte de la sociedad está totalmente enajenada. Son sectores muy amplios de la sociedad cuyo interés diario es la supervivencia; no la información, no la cultura, sino el día con día. Y al mismo tiempo son los receptores ideales de toda la estupidez de los medios. Toda esta ola reciente de chismes de farándula no encontraría eco ni audiencia si la gente estuviera mejor informada o tuviera un espíritu crítico, pero es imposible pedirle esto a una sociedad que chapotea en altos niveles de miseria.

Esto tiene que ver con políticas educativas perversamente distorsionadas y que además siguen siendo víctimas de embates de gente tan oscura y perversa como Elba Esther Gordillo, por ejemplo. Y, además, de un gobierno federal que le hace juego.

Es un país que, además y en muchos casos, puede llegar a entender de qué se tratan las cosas pero no quiere enterarse y prefiere cerrarse a la conciencia y el compromiso, porque es estrellarse contra el muro de la autoridad.

¿Estarían de acuerdo con la siguiente sentencia?: “Es incontrovertible la complicidad entre crimen organizado y gobierno”
EM: Yo sí lo creo. En el caso específico sobre narcotráfico, los estudios que hay explican que nació coludido. Hay leyendas al respecto pero no hay documentos porque seguramente se destruyeron.

Cuando esto inició, en los años cuarenta o cincuenta, los narcos eran diferentes y tenían otro perfil, pero ya estaban coludidos con el gobierno. Y, después, cuando el poder económico de los narcos aumentó y la ambición de los políticos también, las pequeñas alianzas establecidas dieron pie a que se hable de que están financiando campañas; de que se hable de los Amigos de Fox, caso cuya investigación se paró porque estaba tocando fondo y estaban dando, según se escucha, con orígenes no publicables.

A partir de ahí es que se habla, se pregunta: qué va a pasar, cómo es la participación de las bandas, de la delincuencia organizada, no sólo de los narcos, sino de los que lavan dinero, de los banqueros y empresarios que lavan dinero, de la industria de la construcción y turística que invierte cantidades estratosféricas de dinero.

JM: Es incontrovertible: hay una red de complicidades que se teje desde lo más hondo del poder hasta lo más visible del narco. Y no sólo del narco, también de la industria del secuestro, la del asalto a bancos, la delincuencia organizada en general, siempre se ha sabido. No podemos demostrarlo, desde luego, y el que pueda seguramente va a amanecer muerto en una zanja.

Sí, incontrovertible es que hay complicidad y un beneficio de abajo hacia arriba continuo, transgeneracional y que, incluso, está permeando a la empresa lícita: el lavado de dinero se está convirtiendo en el gran motor económico de grandes zonas del país. Obviamente no se puede confirmar, pero me han platicado, incluso dentro de la PGR, que había convenios con los grandes barones de la droga en México y el gobierno federal, algunos de los cuales consistían en señalar rutas o cargamentos de forma ocasional para darle algo a la opinión pública, sobre todo a los gringos, para que dejaran de estar molestando. Pero se permitía la operación del narco a cambio de que tales barones nunca permitieran el consumo y crecimiento de un mercado interno en México.

Eso se acabó cuando el gobierno mexicano, mal dirigido por EUA, que no entiende un ápice de lo que es la sociedad mexicana, se fue sobre los grandes nombres de la droga y traicionaron el convenio que había con ellos. Al descabezar las grandes organizaciones del narco, los mandos medios se sintieron libres y empezaron a pelear por las plazas y las cúpulas, y fue cuando nacieron los narcos más violentos que hemos visto: el Chapo Guzmán, el Güero Palma, el Mayo Zambada y a partir de ahí mandos menores que han surgido y fracturado la estructura del narco en pequeñas tribus.

Todo esto nace de errores de planeación, de una terrible falta de visión y de la conivencia de las autoridades de todos los niveles con todos los niveles de la delincuencia organizada.

Si esta ecuación es real, ¿quiere decir que la relación del gobierno con los gobernados es una perversa impostura?
JM: Los resultados están a la vista. Tenemos un gobierno perverso y mentiroso.

EM: Hay poco más que decir. Todos los días están tratando de engañarnos, el gobierno y sus secuaces, la gente que los apoya incondicionalmente. Es un asunto muy grave porque el país se está quedando sin perspectiva, sin un futuro real. Moch habló de la educación y es un asunto fundamental: educarse para el futuro. Parece que lo único para lo que nos están educando es para ser más miserables o morir.

Un pueblo sin futuro, desahuciado y huérfano al mismo tiempo, tiende a volverse loco y la gente loca tiende a matar a alguien, ¿notan este pulso en México? ¿Qué efectos notan de este desahucio y orfandad?
EM: Que se viva aterrorizado. Aunque hay zonas en que tradicionalmente se sabe que si no les concierne el asunto los van a respetar. El terror es un fenómeno que nace de rumores y los rumores no se pueden evitar: empiezan en los medios y todo lo que se dice en prensa, radio y tele termina por formar otra idea de la realidad. El rumor, el miedo, la angustia, provocan desesperanza.

Y otra cosa que duele mucho es la miseria: es la peor injusticia. A veces soy acusado de romantizar el mundo de los narcos, pero a los que yo conocí cuando era joven sólo querían tener dinero para ponerle una casa a su mamá o montar un negocio. Son tipos que murieron y ése es un esquema que dejó de funcionar porque se convirtió en un negocio y, claro, alguien tuvo una visión mercantil del asunto.

Es muy distinto si quieres tener dinero para poner un taller o si buscas abundantes mujeres, camionetas del año, que los policías se te cuadren y los políticos te inviten a desayunar. Es todo un esquema para cumplir los sueños occidentales. Se dice que una aspiración muy antigua es ser feliz y en nuestro tiempo ser feliz está muy relacionado con tener dinero. Y una forma de tenerlo rápido es el crimen organizado.

JM: Creo que hay una parte de la sociedad que sigue creciendo en sentimientos de terror, pero me preocupa mucho que se abarata cada vez más la vida y hemos ido perdiendo el asombro ante la violencia y el asesinato. Cada vez es más barato mandar a matar a alguien. Cuando antes nos asombrábamos de dos muertos con tiro de gracia, hoy tenemos 11. Y decapitados.

Estamos llegando a altos niveles de brutalidad y salvajismo. Y todo con el sólo propósito de mandarse mensajes unos a otros. Hay comunidades donde el único camino para salir de la miseria es ése: que no te importe matar a otro. Y de forma salvaje. Y a él, su mujer, su hijo y su abuelo. Y eso para mandarle un mensaje brutal al de la tienda de enfrente.

Estamos perdiendo la mínima sensibilidad que nos quedaba. Cada vez los asesinatos son más numerosos, casi multitudinarios, son masacres, y cada vez nos importa menos y se nos hace natural que cada día haya un promedio de 27-30 muertos a tiros y 12 de ésos en Tijuana y Ciudad Juárez.

Y siempre va a venir el acto brutal y salvaje que sustituya al anterior y esa normalidad perversa o torcida es la que me preocupa.

¿Se vislumbra alguna esperanza?
EM: Yo soy un optimista irredento y eso me permite ver una luz, en efecto. Soy de los que creen en la educación. Igual habrá que rescatarla, como decía Moch, de la mala manera en que es manejada. Creo en la educación y el trabajo. Y si esas cosas se combinan terminan por crear una conciencia sobre lo que está pasando y lo que tenemos que hacer. La gente educada sólo es peligrosa para los que fingen.

A veces me preguntan si yo he tenido problemas con los narcos: nunca. En todo caso, los que me han dicho algunas cosas no son narcos pero que se sospecha que lavan dinero. Me dicen: “Váyase con cuidado”. Los otros esconden poco, son delincuentes y ya. Pero esas tribus de cuello blanco son los terribles.

Yo siempre quiero confiar en la gente, en recuperar los sueños y los deseos profundos de querer ser otros, mejores, de trazarse rutas para llegar a algún sitio. Tenemos que recuperar la confianza que permite vivir. Se tiene que hacer porque es el derecho al descanso, sin estrés. Y este derecho se resume así: “No tengo cola que me pisen, estoy tranquilo, voy a estar en mi casa, apacible, leyendo la última novela de Jorge Moch”. Eso es lindo y ojalá todo mundo lo ponga en sus sueños.

JM: A diferencia de Élmer, soy sanamente pesimista. El país no tiene remedio, como no sea un baño de sangre y ya estamos tres pasos adentro, aunque no creo que sea lo recomendable. Creo que el país se va a colapsar: deberá llegar un momento que se agote y se refunde, pero no creo que me toque verlo. Es un país demasiado lleno de taras y enfermedades, que en lugar de curarse se han ido empeorando.

Un régimen de violencia social como el que estamos viviendo viene como anillo al dedo a un gobierno débil que pretende sustentarse sobre la fuerza de la represión. Parte de esto también le conviene al gobierno, aunque diga otra cosa: hay muestras de su hipocresía y su doble discurso y no les creo nada. Me viene a la cabeza una cita de Miguel de Unamuno, cuando le gritaban a los franquistas: “¡Podrán vencer, pero no convencen!”. La única esperanza que nos puede quedar serán las artes. Tratar de reflejar nuestro tiempo, nuestra circunstancia, pero no mucho más allá.

Las fuerzas políticas están infestadas de gusanos y estoy hablando también de la izquierda, que ha dado muestras de no ser capaz de resolverse a sí misma y mucho menos de ofrecer un contrapeso coherente a un gobierno tan nefasto como el de los últimos 30 años, de tecnocracias neoliberales y supeditación de las políticas públicas mexicanas a EUA.
Creo que el país se colapsará porque no le queda otra. No sé qué fuerzas pudieran venir de la izquierda, nunca será desde la derecha, y ofrezcan un rescate nacional.

“La literatura puede salvar al hombre, incluso en los casos más críticos”, dijo Vila-Matas en una entrevista. ¿Están de acuerdo?
EM: Eso es una broma. No me lo parece. Yo soy de los que piensan que la literatura no salva. Facilita la vida, incita a la reflexión, a la sonrisa y el disfrute. Pero este concepto de salvación es parte de una filosofía religiosa, muy profunda, y no creo que el arte ni la literatura lleguen a tanto.

JM: Yo tampoco lo creo.

Vila-Matas, en todo caso, magnificó o idealizó las cualidades de la literatura. Para que las letras representaran una oportunidad de este país, la gente tendría que leer y eso es una entelequia. La mayoría de los mexicanos son analfabetas funcionales: saben leer y escribir pero no son capaces de interpretar un párrafo. Y menos uno de Vila-Matas.

foto de: http://www.uv.mx/universo/327/entrevista/entrevista.htm

martes, 23 de diciembre de 2008

COLABORACIÓN de Argentina

Esbozo de un debate interminable:
la educación como herramienta de la emancipación

Por Juan Pablo Demaría
Estudiante en Profesorado y Licenciatura en Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (U.N.N.E.)

He consultado un poco, amablemente asesorado,
la bibliografía pedagógica sobre la problemática
de la emancipación. Y en lugar de emancipación,
lo que ahí se encuentra es un concepto
ontológico-existencial como el de autoridad, de
vinculación, o como quiera que se llamen todas
estas atrocidades, que sabotean el concepto de
emancipación, oponiéndose así, no sólo implícita,
sino abiertamente, a los presupuestos de una democracia.

Theodor W. Adorno

La educación y la presencia del estado en la misma

En los tiempos que corren estamos cada vez más lejos y a la vez tan cerca de aquella metodología educativa denominada tradicional, esa que se basaba en la tesis empirista que sostiene que el educando es una tabula rasa que debe ser llenada con los contenidos que enseña el educador. El sujeto de aprendizaje, como se lo denomina en la actualidad al educando, era un receptor pasivo de la realidad objetiva y transparente que le mostraba el maestro, el profesor; éste le enseñaba (imponía) los conocimientos y el educando, para adquirirlos, debía reproducirlos tal cual los emitía el educador. En un mero reproductor de lo que enseñaba el maestro o el profe se volvía el educando. De cuando en cuando, quizá se tomaba su licencia para pensar, es decir, cuestionar lo que le transmitía sistemáticamente el educador, pero no siempre, pues estaba prohibido pensar, porque ya sabemos y no hace falta que lo explicitemos, es peligroso pensar, porque atenta contra nuestra salud y la de nuestros queridos vecinos.

Hoy en día se nos hace dificultoso pensar, pues nos enseñaron todo menos a pensar, la bendita educación de enfoque tradicional perdura en nuestros tiempos, aún en la educación primaria y en la secundaria los educadores enseñan a sus educandos a reproducir, es decir, a repetir lo que ellos les trasmiten, no se nos enseña a cuestionarnos lo que recibimos como enseñanza del docente, a poner en tela de juicio lo que nos enseñan de historia (universal, europea, argentina, etc.), de literatura, de educación cívica (formación ética y ciudadana), etc. Nosotros seguimos siendo en éste vertiginoso siglo XXI, ultra desarrollado científica y tecnológicamente, tabulas rasas, recipientes vacíos que deben ser llenados de conocimientos y saberes por los abnegados docentes.

Durante los siglos XVI y hasta principios del siglo XIX los educadores constituían corporaciones de educadores que pertenecían a órdenes religiosas católicas y protestantes tanto en Europa como en América del norte e Iberoamérica. Comenius en su “Didáctica magna” peticiona a los gobernantes (al príncipe) para que financien la construcción de escuelas y las doten de libros, no obstante, es importante señalar que durante mucho tiempo los docentes no eran trabajadores asalariados por parte del estado, pues al congregarse en corporaciones lograban cierta independencia con respecto al estado, además, las corporaciones religiosas católicas no debían responder directa y necesariamente al estado nacional o local, sino que su autoridad residía en el santo padre, en Roma. Esto les daba una importante independencia política en su proyecto educador-evangelizador (Narodowski, Mariano. Desencantos y desafíos de la escuela actual. Pp. 81 y ss.).

Los conflictos entre los gobernantes y educadores no se hacían esperar, el divorcio entre el estado y las corporaciones educativas sacaba de órbita al estado en una cuestión tan importante como lo es la educación. El estado preguntaba y los educadores explicaban y exigían condiciones, sin embargo, el estado no se entromete aún en el ámbito de la educación. No existe todavía un Estado-educador.

A principios del siglo XIX progresivamente el estado comienza a hacerse cargo de la educación, es así como el estado, a diferencia de las corporaciones religiosas de educadores y de los pedagogos laicos que proclamaban el ideal pansófico en la educación, pero que sólo accedían a éste sistema un reducido sector de la sociedad, decide encarnar el ideal pansófico no ya en un acotado sector de la sociedad, sino en toda la sociedad, extendiéndose a todos sus sectores. Este sistema tendrá su expresión mas acabada, décadas mas tarde, en la instrucción pública o escuela pública.

La presencia del estado en materia educativa se hace notar reglamentando que libros deben ser leídos en las escuelas, por ejemplo en Buenos Aires durante la Primera Junta de Gobierno, por iniciativa de su secretario, Mariano Moreno, decreta que el libro El contrato social de Jean Jacques Rousseau, fuese texto de lectura obligatoria en las escuelas elementales (Ibid. P. 87). En los albores del siglo decimonónico entra en juego en el campo educativo la obligatoriedad escolar, ésta estaba destinada únicamente para los varones pobres. Los niños pertenecientes a los sectores más elevados social y económicamente eran educados por medio de instructores e institutrices o en las órdenes religiosas más tradicionales y prestigiosas. La obligatoriedad escolar responde a dos factores: la visualización de un nuevo cuerpo social, el cuerpo infantil que merece una enseñanza brindada en escuelas; y también la cuestión urbana producto de los cambios demográficos resultantes de la revolución industrial, la problemática de la infancia se hace sentir en los niños que vagan por las calles, éstos constituyen significativas hordas que asaltan, saquean u holgazanean. La obligatoriedad escolar suponía hacerla gratuita ya que la mayoría de los educandos no contaba con los medios suficientes para costearse su propia educación. El estado paulatinamente se hace cargo del salario de los docentes que se encargarán de la educación de los niños. La obligatoriedad-gratuidad escolar no siempre contribuyen al progreso y a la emancipación de las sectores más pobres, ésta medida será dictaminada con el objetivo de erradicar a los niños pobres de la calle, pues significaban un peligro social. Para evitar éste problema la escuela se encargaba de disciplinar a los niños, a través, de la enseñanza de hábitos, costumbres, de normas morales. Estas normativas de obligatoriedad estaban respaldadas por la figura de la institución policial que garantizaba la asistencia y la permanencia de los niños en las escuelas (Ibid. Pp. 90 y ss.).

A esta altura de los acontecimientos cabe la necesidad de preguntarnos si la incidencia y la progresiva intervención del estado en la educación, bajo la influencia de los países europeos más desarrollados, favorecieron la idea de emancipación de nuestro pueblo.

La cuestión del aula

El espacio en el que se disciplinaba a los educandos, por medio, de las normativas morales era y sigue siendo el aula, según Dussel y Caruso la difusión del término aula en relación con la escolaridad elemental sólo se produjo con la victoria de los métodos pedagógicos que proponían una organización de la enseñanza por grupos escolares diferenciados entre sí, a veces por edad y otras por sus logros de aprendizaje (Dussel y Caruso. La invención del aula. P. 26). El argumento que sostienen estos autores es que el aula de clase es una construcción histórica. El aula en su estructura implica la comunicación entre los sujetos de aprendizaje (educandos) y los docentes (educadores), sin embargo, dicha comunicación es jerárquica, sus reglas no son definidas por todos, sino que hay muchas decisiones ya tomadas antes de que los educandos y educadores ingresen al aula. Las decisiones sobre las formas de dar clase, así como el modo de diagramar y programar los planes de estudio definirán si la relación es más igualitaria, más uniforme o más jerárquica. Siguiendo a estos autores dado que la situación de enseñaza implica una compleja situación de poder, es posible considerar que la enseñanza como conducción del aula puede estudiarse en relación con la conducción de las sociedades y de los grandes grupos.

El aula puede ser pensada como una situación de gobierno (Ver Ibid. Pp. 30 y ss.). Las relaciones entre educadores y educandos, y entre directivos de las instituciones educativas y el estado conforman un complejo entramado en el que se juegan los intereses del estado (la ideología y el factor económico de los funcionarios) y los de los educadores, aquellos que tienen intereses, también ideológicos y económicos con las políticas educativas promulgadas por el estado, y aquellos que abogan por la independencia de la educación con respecto al estado. Si el estado es la institución que regula el presupuesto de la educación (en el caso de las escuelas públicas y gratuitas) impondrá medidas que deberán ser aplicadas por los educadores en las escuelas y más precisamente en las aulas a la hora de enseñar, y los docentes, por más en desacuerdo que estén con las medidas establecidas por el estado, a la larga o a la corta, las terminan implementado.

A modo de conclusión de ésta breve comunicación podemos señalar que la educación, o más precisamente, las formas de educar fueron cambiando a lo largo del tiempo, de la educación que proponía Comenius a principios de la modernidad con educadores independientes con respecto a los gobernantes habiendo corporaciones religiosas que se hacían cargo de la educación, se pasó a la paulatina intervención del estado en la institución educativa, por un lado para erradicar el problema social de los niños pobres que vagabundeaban por las calles, y por otro, por las secuelas que dejó la revolución industrial en los países más desarrollados modificando la situación demográfica en los mismos. Una vez que el estado tomo las riendas del panorama nacional, la educación no estuvo exenta de la hegemonía del estado sobre la misma exigiendo que libros debían ser leídos en las escuelas y cuales no. De esta forma podemos pensar la educación tradicional de la que hablamos al comienzo del artículo como una forma de enseñanza que sirve para consolidar la ideología de un sector social que designa y distribuye los conocimientos según sus intereses políticos y económicos. La cuestión de la emancipación tan significativa a la hora de pensar las formas de educar, nos sirve para poner en práctica formas de resistencia que nuestro pueblo, el argentino y porque no latinoamericano viene ejerciendo desde hace decenios a lo largo del tumultuoso siglo XX.

La emancipación que quieran ejercer los pueblos no debe olvidarse de que la educación es uno de sus bastiones más importantes, de lo contrario las formas de vida democráticas son prácticamente irrealizables y descansan en las ideas de hombres ilustres.

viernes, 12 de diciembre de 2008

ARTÍCULO sobre Derechos Humanos



Por Sara Luz Enriquez Uscanga
Socióloga por la Universidad Veracruzana



¿Qué es la sociología de los derechos humanos? ¿Qué la diferencia de otras sociologías y qué de la práctica de los derechos humanos?

La Sociología de los Derechos Humanos es una subespecialidad de la Sociología del Derecho (de Marinis, 2008:7), también llamada Sociología Jurídica. La aproximación sociológica de análisis intenta dar cuenta del desarrollo socio-histórico de los DH, así como los problemas que acarrea llevarlos a la práctica, buscando las causas y las circunstancias por las cuales se protegen unos determinados derechos y explicando los contenidos ideológicos que implican. La Sociología de los Derechos Humanos en particular, problematiza desde una visión crítica, las complejidades y los conflictos que se encuentran tras los conceptos universales y las categorías abstractas basadas en los principios del individualismo y del subjetivismo, con los cuales se han construido, hasta ahora la Filosofía del Derecho (Fariñas, 1998:688).

La SDH ni justifica, ni eleva a valor normativo los hechos como sucede con la Filosofía del Derecho; además de criticar y desmitificar las fundamentaciones universales, abstractas, suprahistóricas, metafísicas y absolutas que simplifican los problemas y tensiones que existen al pretender fundamentarlos (Fariñas, 1998:689). En la juridificación del proceso de especificación, los DH, han ganado terreno en el reconocimiento jurídico de situaciones y necesidades fácticas diferentes y plurales desde el punto de vista cultural, social y biológico; la SDH analiza y reflexiona sobre los efectos controvertidos y paradójicos que el proceso de especificación implica (Fariñas, 1998:690). La idea de los DH ha representado el código de justicia del mundo moderno, pero es innegable la gran carga ideológica que existe detrás de esa idea; la SDH critica y profundiza en el análisis de la concepción general de la sociedad y del ser humano que prescribe ese código de justicia (Fariñas, 1998:693).

La construcción universalista, abstracta, eurocentrista y descontextualizada de los DH es, actualmente insuficiente para dar respuesta a las controversias planteadas por la crisis del paradigma de la modernidad (Fariñas, 1998:695); rota la racionalidad jurídica salen a flote la complejidad de las situaciones reales encarnadas en el pluralismo cultural. Apoyados en la SDH, es hora de contextualizar y reinterpretar los DH según las específicas identidades culturales y sociales que se han mantenido encubiertas por este modelo moderno que rechaza cualquier diferencia.

Defina el concepto de comunidad en los términos analizados en la materia. ¿Qué relevancia tiene este concepto para pensar contemporáneamente a los derechos humanos?

La comunidad imaginada es un lugar cálido, armonioso, donde nada necesita ser explicado ni criticado, todo el entendimiento esta dado, los lazos son fuertes, emotivos, sin pretensión alguna de daño, no existen los extraños, la comunidad es un espacio en el que podemos estar a salvo, seguros. Para Bauman, la comunidad imaginada es una cosa muy diferente a la comunidad realmente existente. ¿Quieres seguridad? Dame tu libertad. ¿Quieres entendimiento mutuo? No hables a extraños ni uses idiomas extranjeros. ¿Quieres confianza? No confíes en nadie fuera de tu comunidad. ¿Quieres seguridad? No dejes entrar a extraños y abstente de actuar de forma extraña y de tener extraños pensamientos. La comunidad entraña una importante contradicción entre seguridad y libertad (Bauman, 2003,11).

La comunidad real, esa que te pide renunciar a tu individualidad, a tu libertad, es auténtica cuando no existe motivo alguno para la reflexión, la crítica o la experimentación, puesto que es fiel a su naturaleza siendo distintiva existen “ellos” y “nosotros”; pequeña, la comunicación entre sus miembros es omniabarcante, densa y por ultimo autosuficiente, el aislamiento es completo. La comunidad es Homogénea (Bauman, 2003:18-19).

Los procesos de modernización son los que romperán las estructuras y relaciones internas de la comunidad. Una nueva forma de pensamiento rompe con el tejido social comunitario para imponer su racionalización. Los hábitos comunales fueron forzados a cambiar para entrar a la lógica de una nueva rutina gobernada por el trabajo. Siendo el acto fundacional del capitalismo, la separación entre la producción y el hogar; la comunidad es separada de sus fuentes de vida y es así como se rompen los lazos emocionales entre el trabajo y la familia. La modernidad acaba con el sentido de la comunidad; la desmorona, la desmantela, le quita sentido a su quehacer, acaba con sus bases materiales. (Bauman, 2003:37) Después de la Revolución Industrial, la Revolución Democrática en todos sus alcances introduce en un sentido moderno los Derechos Humanos como dispositivos institucionales, creando con esto verdaderos momentos de ruptura con respecto al orden antiguo. La Democracia Política y los Derechos Humanos, acabaron con las dimensiones políticas, sociales y culturales de la antigua comunidad (de Marinis, 2008:17).

La comunidad a través de los procesos modernizadores es transformada en Sociedad. Pero la modernidad sólo hace individuos libres a algunos y masa sometida a muchos. La pérdida de referencia comunal fue suplida por una ingeniería social que daría orden a la masa mediante el control y la gestión; la modernidad trae consigo contradicciones insalvables, como respuesta, los lazos sociales, esa común orientación cultural, ampliamente compartida por sus miembros y que es el fundamento de la identidad social, se disgrega. La comunidad no desapareció aplastada por la Sociedad tras el paso del capitalismo moderno, más bien, en sus intersticios, en sus márgenes o en el propio corazón de los procesos, constantemente se recrean relaciones comunitarias y lazos que se sustraen a cualquier otra lógica (Fistetti, 2004:8). Los Derechos Humanos que alguna vez crearon una ruptura importante en las dimensiones políticas, sociales y culturales de la comunidad, son ahora fuente de cohesión, de adhesión, de lucha, de identidad de nuevos conglomerados humanos con propósitos e intereses específicos. Las nuevas comunidades, ahora abanderadas por los Derechos Humanos, esperan que sus demandas sean contextualizadas, esto es, ubicarlas en una posición opuesta a una concepción racionalista de tipo metahistórico y transcultural, válidos sólo en abstracto, fuera de todo contexto histórico y cultural (Fistetti, 2004:160)

¿Qué es la globalización? ¿Cuáles han sido los principales fenómenos sociales que la identifican?

Nada es natural en la vida social; mucho menos un fenómeno tan complejo como la globalización; Giddens la define como la identificación de relaciones sociales mundiales que unen localidades distantes de tal modo que los acontecimientos locales están condicionados por eventos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa (Santos, 2003:167); Quijano explica que la globalización es una arena de conflictos por el control del poder, donde los ganadores son las fuerzas de la colonialidad y el capitalismo (Quijano, 2000:14). Es en ese permanente enfrentamiento donde los valores de los vencedores son producidos y reproducidos; la globalización como tal, es un proceso construido por decisiones políticas e intereses económicos y con una determinada carga ideológica.

Además que su proceso no ocurre de manera continua y estructurada, ni del mismo modo en las diferentes áreas de impacto; la globalización no es una, son muchas y ocurre de diferente manera, en distintos momentos y con distinta intensidad. Para Quijano, el fenómeno que más se destaca de este proceso es la re-concentración mundial del control de la autoridad pública a escala global. Los poderes hegemónicos aglutinados en el Bloque Imperial Mundial (BIM), imponen sus decisiones sin haber sido elegidos; además de estar integrado por el G8, el BIM, cuenta con la OTAN, FMI, BM y grandes corporaciones globales (Quijano, 2000:9).

En el terreno económico, encontramos la imposición de la política económica neoliberal, la nueva economía mundial. Esta nueva economía tiene la pretensión de ser una red única de intercambio de mercancía y valor (Quijano, 2000:3). Las exigencias de esta política afecta de manera importante las economías locales nacionales: apertura al mercado mundial, prioridad a la economía de exportación, derechos inviolables a la propiedad privada, privatización del sector empresarial del estado, mínima regulación estatal de la economía, políticas sociales reducidas en sus gastos transformándolas en medidas compensatorias; esto, aunado a la subordinación de los Estados nacionales a las agencias multilaterales como el BM, FMI y la OMC impacta de manera más importante a los países periféricos y semiperiféricos (Santos, 2003:171).En el campo de lo social, está emergiendo una poderosa clase capitalista trasnacional que tiene en la empresa multinacional su principal forma institucional. Las empresas multinacionales producen más de un tercio del producto industrial mundial, por lo tanto, las decisiones que toma esa clase emergente impacta de manera significativa en la economía mundial; la reducción del costo salarial por ejemplo, que impacta de manera importante en los derechos laborales, afectando con esto la calidad de vida de muchos. La pobreza entonces, es producto del desempleo promovido por la exclusión que acompañan inevitablemente el desarrollo y la competitividad. En el área de la salud es donde se encuentran las mayores desigualdades, según la OMS, los países pobres padecen el 90% de las enfermedades que se presentan en el mundo, pero no cuentan con más del 10% de los recursos globalmente destinados a la salud (Santos, 2003:177)

En el ámbito político, siendo el contexto internacional quien dicta la tendencia sobre la regulación jurídica de la economía, se ha reducido la autonomía política y la soberanía de los estados periféricos y semiperiféricos, produciendo el debilitamiento de los poderes estatales y dando paso al poder del mercado; son ahora las agencias financieras internacionales y las empresas multinacionales quienes amenazan el poder del Estado, transformándolo de un Estado al servicio de la nación, en un Estado al servicio de los intereses extranjeros; de un Estado que regula, a otro que sólo coordina; de un Estado con poder limitado al contexto nacional, a un Estado con impacto en el contexto internacional. Pero esto no ocurre sólo bajo la presión de los intereses y el poder internacional puesto que para dejar de intervenir, el Estado tiene que regular su desvinculación, su desregulación (Santos, 2003:181).

En la cuestión cultural más que globalización debería llamarse occidentalización o americanización; ya que se privilegian valores como el individualismo, la democracia política, la racionalidad económica, el utilitarismo, la primacía del derecho, la publicidad, la televisión, el internet, etc. Si bien es cierto que el proceso globalizador busca la conformación de una cultura global, puesto que este es uno de los principales proyectos de la modernidad, también es verdad que han surgido formas culturales llamadas plurales. La idea de la universalización cultural pretendida trae consigo una diversificación en sus matices: lo universal y particular se entrecruzan y es ahí donde se pierden sus fronteras (Santos, 2003:190).


Bibliografía
Bauman, Zygmunt (2003) Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Siglo XXI, Madrid, 2003
-De Marinis, Pablo. Guía de Sociología de los Derechos Humanos. FLACSO. México
-Fariñas Dulce, María José (1998) “Sociología de los Derechos Humanos”. En: Añón, MaríaJosé;
-Bergalli, Roberto; Calvo, Manuel; Casanovas, Pompeu (coords): Derecho y Sociedad. Valencia, Tirant lo Blanch.
-Fistetti, Francesco (2004) Comunidad. Léxico de Política. Buenos Aires: Nueva Visión.-Quijano, Aníbal: “Colonialidad del poder, globalización y democracia” (Lima, diciembredel 2000). Disponible en varios sitios web, por ejemplohttp://www.rrojasdatabank.info/pfpc/quijan02.pdf-Santos, Boaventura de Sousa (2003). La caída del Ángelus Novus: ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. Bogotá. ILSA

Foto: Nancy Ortiz

lunes, 8 de diciembre de 2008

ARTÍCULO sobre mercadotecnia


La cultura y el Marketing

Por Ana Ortiz

Lic. En mercadotecnia y publicidad

La cultura es el conjunto de formas y expresiones de una sociedad, incluye costumbres, prácticas, códigos, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Todo enmarcado por un tiempo y espacio.

La cultura al igual que el mercado está sujeta a las leyes de la oferta y la demanda de la economía e ideología capitalista.

Una Evidencia Cultural
Los sujetos sociales se diferencian por las distinciones que realizan (entre lo sabroso, lo insípido, lo bello y lo feo, lo distinguido y lo vulgar). Es el dinero el que permite el consumo de los que nos distingue de los demás. Es decir, de poder comprar el objeto que nos dará el anhelado status.

Los problemas sociales como el desempleo y los salarios tan bajos, dan pie a la industria de llevar a cabo imitaciones(piratería) que han hecho posible que personas que no pertenecen a las élites puedan tener acceso a productos similares que no están a su alcance económico.

La vida cotidiana se debate entre los deseos y las necesidades, en la permanente búsqueda de satisfacción y el consumo en dos direcciones:

*Una, los deseos hedonistas.

*Y otra las necesidades naturales para el bienestar del cuerpo y la vida cotidiana.

Los objetos se constituyen en el objeto de la satisfacción frente a las necesidades reales. El consumo se convierte en una práctica cotidiana, en toda una actividad de manipulación de signos, que da al sujeto una forma de ser de orden socio cultural.

La cultura y el Marketing

¿Quién no ha notado alguna vez en algún viaje al extranjero que algún alimento tratado (tipo bebida, yogur, etc.) no sabía igual a lo que estamos acostumbrados? Ese alimento sí sabe diferente a lo que estamos acostumbrados. Las grandes compañías multinacionales adaptan las cualidades de los productos según el país donde se vendan esos productos. Esto se debe a que cada país tiene su propia cultura, su propia gastronomía y depende de ello que un producto se introduzca con éxito en las estanterías de los mercados internacionales.

El consumidor más fácil aceptará un producto con el que se familiarice más, por ejemplo: El idioma, el nombre del producto, etc.

El marketing se va modificando, éste se basa de la sociedad y la cultura para satisfacer las “necesidades” siempre y cuando sea remunerable a los bolsillos de los grandes industriales. Los mercadólogos resultan ser grandes estudiosos de la sociedad, sólo que los fines son poco altruistas o analíticos, pues siempre su principal motivo es vender más.

foto: Nancy Ortiz

martes, 2 de diciembre de 2008

ARTÍCULO sobre el Teletón y la evasión de impuestos

Los ricos son ricos gracias a los pobres


Por Nancy Alejandra Ortiz Ochoa, Educadora y Socióloga


Ninguna fortuna es Inocente


Paco Ignacio Taibo II



A Televisa y Compañía no le son suficientes los spots de Radio y Televisión para saquear los bolsillos de los mexicanos, sino que ahora se vale de las Instituciones gubernamentales para cumplir su cometido.


Hace poco llegó a las supervisiones escolares del estado de Veracruz en México, una circular emitida por el gobernador del estado Fidel Herrera Beltrán donde se le pide a las escuelas realizar junto con padres de Familia diversas actividades tales como boteo, kermeses, concursos, donaciones, entre otras, a fin de recaudar dinero y aportar al Teletón.


Para quienes nos leen en otros países, el Teletón es un evento anual que organizan empresas particulares donde se solicita (“voluntariamente”) a todos los mexicanos que donen dinero para la creación de centros de rehabilitación para niños con discapacidad. Si bien es cierto que la acción parece altruista, en realidad encubre un gran negocio publicitario por parte de Televisa y la evasión de impuestos de las empresas que participan. Pues cada empresa realiza su recaudación y después lo aporta como si fuera dinero propio, de esa manera, pueden deducir y evadir impuestos con dinero ajeno.


Las empresas con el Teletón lo único que hacen es debilitar al estado, pues son impuestos que no ingresan al erario y que se podrían utilizar para cubrir otras necesidades, incluso para construir centros de rehabilitación que puedan dar una clara rendición de cuentas, no como pasa actualmente.



Yo trabajo en una comunidad rural, la gente a veces no tiene ni para comer, ni para vivir bien, ni cubrir sus necesidades básicas. Es triste ver a los niños desnutridos, sin zapatos, enfermos y viviendo una pésima infancia, por lo tanto me parece grosero, desconsiderado e inmoral que se les pida que trabajen para darle dinero a los más ricos.


Las escuelas no cuentan con lo necesario, siempre andamos contando los centavos, los maestros y padres de familia tenemos que subsidiar a las supervisiones escolares y encima nos piden que nos organicemos para apoyar a los que más tienen.


Me parece absurdo que las empresas más acaudaladas del país le pidan a los que menos tienen que organicen eventos para juntar dinero y que ellas puedan evadir sus impuestos. Ya de por sí las grandes empresas viven un paraíso fiscal, en este país se les cobra menos, se les condona impuestos, se agrupan para pagar como una sola empresa, entre otras más artimañas que utilizan.


Si los ricos quieren ser altruistas, que hagan los centros con su propio dinero, el Teletón resulta para ellos un gran negocio. Eso sólo pasa en este país y pasa porque lo permitimos.


Mejor pidamos que esas empresas paguen sus impuestos para no tener que hacer rifas ni kermeses para construir centros de rehabilitación que tendría que estar construyendo el estado con dinero del erario.